La Palabra del día 07 de junio del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:10 pm
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.» Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.Reflexión. Hoy la Iglesia celebra el Corpus Chirsti, para reforzar la conciencia de los fieles en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, a fin de tributarle mejor adoración y gloria. La Eucaristía es la “perla preciosa”, que la Iglesia conserva, su “tesoro” más grande.
1. Manifestaciones de amor. Cuando una persona ama, se manifiesta a la persona a través de gestos, palabras, delicadezas, detalles, tiempo, vida, etc. Busca que la persona sienta que se la quiere, se la valora, se la respeta y se la quiere ver feliz.
2. Experiencia. Cada persona tiene esta experiencia, porque ama a otras personas concretas: cónyuge, padres, hermanos, familiares y amigos. Sentirnos amados nos da una sensación de bienestar y lo agradecemos. Pero, no somos receptores pasivos del amor de los demás, sino que respondemos con la misma moneda del amor.
3. Amor de Jesús. Jesús es Dios y como tal ama a cada ser humano. Cuando pasó por el mundo manifestó su amor a las personas a través de enseñanzas, gestos de acogida, de ternura, de compasión, etc., todo en Él fue revelación del amor divino. Entregó todo de sí: “Tomen y coman esto es mi Cuerpo”, “Tomen y beban esta es mi Sangre”. Entregó su vida, su persona en la Última Cena, en la Cruz y en la Eucaristía. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Ese es el amor de Jesús que pasó por la muerte, como el Pan de harina de trigo triturado, el vino de uva triturada.
- Respuesta. Si sé que así me ama el Señor, mi respuesta será corresponder a ese amor. El amor con amor se paga. Recibiré con gratitud sus dones: acogeré con atención su Palabra, recibiré con fervor la Eucaristía, amaré a los que me rodean y mi vida será un gastarse en el servicio. En una palabra, mi vida será eucarística.
Primera lectura: Éxodo 24,3-8. En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos todo lo que dice el Señor.» Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.» Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»
Salmo 115. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. * Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis cadenas. * Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.
Segunda lectura: Hebreos 9,11-15. Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Fray Luis Galindo,O.P.