La Palabra del día 07 de agosto del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:19 pm
¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad."Reflexión. Estas palabras continúan lo que Jesús dijo a Pedro. El Señor no esconde ni ablanda las exigencias del ser discípulo. A Pedro le pone en su sitio. Hoy explicita estas exigencias para nosotros.
1. Tome su cruz y me siga. En ese tiempo, la cruz era la pena de muerte que Roma imponía a los marginados y bandidos. Tomar la cruz y cargarla detrás de Jesús era lo mismo que aceptar ser marginado por el sistema injusto. La Cruz no es fatalismo, ni exigencia del Padre. Es consecuencia del compromiso asumido por Jesús: revelar la Buena Nueva de que Dios es Padre y que todos deben ser aceptados y tratados como hermanos. Por este anuncio, Jesús fue perseguido y dio su vida.
2. Quien pierde la vida por causa mía la encontrará. Aquí se explicitan valores humanos que confirman la experiencia de muchas personas. Salvar, perder, encontrar la vida. La experiencia enseña que quien va tras los bienes materiales no se sacia. En cambio, quien se entrega a los demás olvidándose de sí, siente gran felicidad. Muchos hacen y viven así casi por instinto, como algo que viene del fondo del alma. Otros hacen así, porque tuvieron una experiencia dolorosa de frustración que los llevó a cambiar de actitud.
3. El Hijo del Hombre, dará a cada uno según su conducta. Es la esperanza del pueblo con relación a la venida del Hijo del Hombre al final de los tiempos como juez, como presentado en la visión del profeta Daniel 7,13-14. En esta frase se habla de la justicia del Juez. Cada uno recibirá según su conducta. Es un aviso para ayudar a percibir la venida de Jesús como Juez en la vida. Algunos pensaban que Jesús vendría luego. Pero, él ya estaba presente en las personas, sobre todo en los pobres. Pero ellos no lo percibieron.
- Ya conocemos la exigencias del ser discípulos del Señor, intentémoslo cada día con la ayuda del Espíritu Santo. Ten un feliz día.
Deuteronomio 4,32-40. Moisés habló al pueblo, diciendo: "Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Te lo han hecho ver para que reconozcas que el Señor es Dios, y no hay otro fuera de él. Desde el cielo hizo resonar su voz para enseñarte, en la tierra te mostró aquel gran fuego, y oíste sus palabras que salían del fuego. Porque amó a tus padres y después eligió a su descendencia, él en persona te sacó de Egipto con gran fuerza, para desposeer ante ti a pueblos más grandes y fuertes que tú, para traerte y darte sus tierras en heredad, cosa que hoy es un hecho. Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre."
Salmo 76. Recuerdo las proezas del Señor. Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras y considero tus hazañas. R. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios? Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos. R. Con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. Guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón. R.
Fray Luis Galindo,O.P.