La Palabra del día 04 de mayo del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:06 pm
Jesús en su Cena de despedida entrega a sus seguidores lo mejor de su mensaje. Acojámoslo nosotros con gratitud. Hoy celebramos también la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago.EVANGELIO DEL LUNES: JUAN 14,21-26.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.” Le dijo Judas, no el Iscariote: “Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?” Respondió Jesús y le dijo: “El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.”
REFLEXIÓN.
El texto de hoy está en el contexto de las palabras de despedida de Jesús antes de su pasión. Sigue hablando del amor, de sus consecuencias y del don que hace posible esa experiencia.
1. Amor mutuo. El creyente vive envuelto en una relación de mutuo amor con Jesús al guardar su Palabra, con el Padre desde el amor a Jesús; con el prójimo, a consecuencia del nuevo mandamiento. No se trata de un amor sentimentalista, de solo palabras y gestos; sino de un amor comprometido que busca descubrir la voluntad de Dios en la vida y en el trabajar por el bien sincero de los demás.
2. Inhabitación divina. El creyente que ama de verdad a Cristo y a sus hermanos, se convierte en un templo donde habita Dios mismo. Llegar a esto no es fácil, pero es posible, los santos nos lo demuestran. Por ello, lo mejor que puede ser un cristiano en el mundo es ser presencia de Dios.
3. El Paráclito. Es el Espíritu que Jesús promete para que sus discípulos experimenten el amor, la comunión con él y el amar como él. También lo prometió para consolarlos y defenderlos ante las dificultades. Él es maestro, manifestará a los apóstoles “todo” lo referente a la salvación, a sus consecuencias y les recordará las enseñanzas de Jesús.
- Jesús consciente de la debilidad e ignorancia de sus discípulos, les prometió el Espíritu Santo. Pidámosle hoy que nos lo envíe a nosotros para ayudarnos a amar, para consolarnos en nuestras tribulaciones y para defendernos de todo peligro. Ten un feliz día.
PRIMERA LECTURA: HECHOS 14,5-18.
En aquellos días, se produjeron en Iconio conatos de parte de los gentiles y de los judíos, a sabiendas de las autoridades, para maltratar y apedrear a Pablo y a Bernabé; ellos se dieron cuenta de la situación y se escaparon a Licaonia, a las ciudades de Listra y Derbe y alrededores, donde predicaron el Evangelio.
Había en Listra un hombre lisiado y cojo de nacimiento, que nunca había podido andar. Escuchaba las palabras de Pablo, y Pablo, viendo que tenía una fe capaz de curarlo, le gritó, mirándolo: "Levántate, ponte derecho." El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia: "Dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos." A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad, trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio. Al darse cuenta los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando: "Hombres, ¿qué hacéis? Nosotros somos mortales igual que vosotros; os predicamos el Evangelio, para que dejéis los dioses falsos y os convirtáis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen. En el pasado, dejó que cada pueblo siguiera su camino; aunque siempre se dio a conocer por sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia." Con estas palabras disuadieron al gentío, aunque a duras penas, de que les ofrecieran sacrificio.
SALMO 113.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria. No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones: “Dónde está su Dios”? R. Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas. R. Benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres. R.
Fray Luis Galindo,O.P.